sábado, 27 de agosto de 2011

CREDO D LA PAZ

Erika Daleth S B:
Soy culpable de provocar la guerra, cuando por soberbia uso mi inteligencia para perjudicar a mis semejantes.

Soy culpable de provocar la guerra, cuando tergiverso las opiniones de aquellos que difieren con las mías.

Soy culpable de provocar la guerra, cuando no respeto los derechos y las propiedades de los demás.

Soy culpable de provocar la guerra, cuando codicio lo que otros han adquirido honestamente.

Soy culpable de provocar la guerra, cuando trato de mantenerme en una posición superior, quitando a otros la oportunidad de avanzar.

Soy culpable de provocar la guerra, cuando considero que mis familiares y yo somos gente privilegiada.

Soy culpable de provocar la guerra, cuando pienso que puedo monopolizar los recursos de la naturaleza como si fueran un patrimonio exclusivamente mío.

Soy culpable de provocar la guerra, cuando imagino que otra gente tiene que pensar y vivir como yo.

Soy culpable de provocar la guerra, cuando pienso que el éxito en la vida sólo depende de alcanzar poder, fama y riqueza.

Soy culpable de provocar la guerra, cuando pienso que las mentes de la gente deberían ser controladas por la fuerza, no por la razón.

Soy culpable de provocar la guerra, cuando creo que el Dios que yo concibo es el único que tienen que aceptar los demás.

Soy culpable de provocar la guerra, cuando pienso que el país donde nace un hombre tiene que ser necesariamente el único lugar donde él debe pasar toda su vida. 

El Arte Real



Por Q:.H:.C:.M:. Dania Josefina Rodríguez Medina 
VALLE DE MARCAY VENEZUELA


El Diccionario de la Real Academia Española define el Arte como la “manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginario con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros”. La Belleza es caracterizada por “lo que se produce de modo cabal y conforme a  principios estéticos, por imitación de la naturaleza o por intuición del espíritu”.  La Estética como “ciencia que trata de la belleza y de la teoría fundamental y filosófica del arte”. El Símbolo, es definido “como la representación sensorialmente perceptible de una realidad, en virtud de rasgos que se asocian con ella, por una convención socialmente aceptada”.

La Orden Masónica no sólo concibe el arte como la obra humana, un ideal estético de lo bello; sino como portador de una filosofía de vida, para que un arte se le denomine sagrado, no sólo sus formas deben derivar de una verdad espiritual, también su lenguaje formal debe expresar el mismo origen.

Albert Lantoine sostenía que “la masonería es la religión de la tolerancia”; para Albert Pike “la masonería no es una religión… pero enseña y conserva en toda su pureza, los dogmas cardinales de las primitiva fe que subyacen en todas la religiones… la masonería es la moral universal”; para A.G: Mackey “es un sistema de moralidad velado por alegorías e ilustrado por símbolos…”

El artesano, mediante símbolos reproduce arquetipos ancestrales para la gloria de su Dios, las construcciones de los templos y catedrales eran rectangulares, ya que esa era la forma asignada a la esencia divina, siendo el círculo sinónimo del cosmos. La idea básica provenía del antiguo precepto hermético “como es arriba es abajo”, es decir se copiaba la obra de Dios al crear el universo. Los artesanos destinados a este trabajo volvían a caminar por los senderos divinos explícitos en el Génesis, creando del caos un orden.

Según Lorenzo Frau Abrines,  en el Diccionario Abreviado, el Arte Real es el “título que se da a la masonería para conmemorar el apoyo que le dieron los monarcas antiguos en las corporaciones de obreros, de las cuales se cree ha nacido la Orden. Se le denomina también así porque sus símbolos se derivan de los Actos  del Rey Salomón y, por otro lado, porque el rey de Prusia Federico II, la organizó y la protegió en la parte referente a los altos grados.

El Gran Oriente de Francia, el 27 de Diciembre de 1774, sustituyó la denominación de Arte Real por el nombre de “Orden Masónica”.

La Masonería es un Arte, nos dice A. Gallantin Mackey, porque “enseña la construcción del Templo Espiritual, de la misma manera que el arte de la arquitectura enseña la construcción del Templo Material”. El mismo autor, para aclarar el porqué la Francmasonería además de un Arte es también Real, en su Epístola General, “haciendo mención de la expresión de Santiago nos dice lo siguiente:… real, se usa para significar algo que es de importancia general, que es conveniente a todos, y necesario para todos como lo es el Amor Fraternal”.

Según J. M. Ragónen La Masonería Oculta y la Iniciación Hermética “la francmasonería es un Arte Real: Arte, porque toda obra se realiza únicamente por medio de cierta combinación de principios conducentes a la realización del objeto que el artista se propone; Real, porque Ashmole, sabio alquimista, homenajeaba con él, al rey sabio, el cual conocía a fondo las leyes de la obra filosófica”.

De la Enciclopedia de la Francmasonería, de A. Gallantin Mackey, extraemos lo siguiente: “Una idea semejante se expone en un Catecismo publicado por la famosa Logia Wahreit und Einigheit en Praga, en el año 1800, en donde ocurren las siguientes preguntas y respuestas:

P: ¿Qué construyen los francmasones?
R: Un templo invisible, del cual es el símbolo el Templo del Rey Salomón.
P: ¿Qué nombre se le da a la instrucción que enseña a erigir esta construcción mística?
R: El Arte Real, porque enseña al hombre como debe gobernarse.

Con las herramientas de los antiguos constructores de catedrales, la Masonería intenta transmitir un mensaje actual: por un lado, orientar a los que libremente deciden entrar en su seno a “construir su propio templo personal” y, gracias a estos “eslabones o piedras cúbicas”, lograr batir una sociedad mejor, en donde el respeto por las opiniones ajenas, la libertad de expresión, la tolerancia y la aceptación del discenso, la no discriminación de ningún ser humano en base a su religión, opiniones políticas, filosóficas y posición social, sean la regla.

Hay por supuesto, obras arquitectónicas, pictóricas, musicales realizadas por masones, pero éstas, pese a utilizar parte del simbolismo de la Orden, no representan su arte, sino la producción personal de sus miembros.

Este es el verdadero Arte Masónico, el arte de la convivencia social, de la construcción de un mundo mejor en donde las ventajas del progreso sean compartidas por todos, arte del respeto y la tolerancia, arte de construir del “caos” de las pasiones y egoísmos desenfrenados del mundo profano, un “orden” en donde las pautas de convivencia básicas sean respetadas por todos. No pensamiento sin libertad, no hay arte sin libertad, no hay progreso humano sin libertad.

Los masones operativos eran garantes de la construcción de catedrales, espacios sagrados que transformaban a los profanos en cristianos; los masones especulativos modernos son garantes del respeto del Estado constitucional de derecho, pieza fundamental para una convivencia armónica en la sociedad civil, gracias a la cual cada ciudadano podrá realizar su propio proyecto de vida respetando el de su prójimo.

El éxito futuro del “Arte masónico” dependerá de los “artistas” que tenga la Masonería.


Referencias

Camejo Arias, Humberto (2010), Masonería Práctica. Fondo Editorial Moral y Luces.
Tesijá, Pablo Mateo (2007), Arte y Masonería. Editorial Kier