martes, 18 de octubre de 2011

El príncipe de Sansevero.



En una pequeña callejuela dentro del casco antiguo de Nápoles (Italia) se halla una capilla impresionante de la familia del príncipe de Sansevero. El edificio no solo tiene una gran importancia histórico-artística, sino que alberga asimismo numerosos objetos misteriosos y reproducciones simbólicas que tienen que ver con la extraordinaria vida de Raimondo de Sangro, príncipe de Sansevero (1710-1771).

INVENTOR Y ALQUIMISTA
El príncipe Raimondo fue una de las figuras más resplandecientes y misteriosas que hubo en su época. Destacó como inventor de artilugios técnicos y armas que merecieron los elogios del rey Federico II de Prusia. Entre los inventos de este espíritu creativo figura un vehículo anfibio -una carroza capaz de desplazarse tanto en tierra firme como en el agua- y una misteriosa "lámpara eterna". Pero sobre todo era un apasionado de la alquimia: cuentan que en su laboratorio realizó descubrimientos maravillosos, como por ejemplo pinturas de un brillo y una solidez sorprendentes, con las que Francesco Maria Russo pintó el fresco del techo de la capilla, y un mármol artificial de color que hizo colocar en el suelo de la capilla.

Asimismo cuentan que Raimondo de Sangro halló un enigmático proceso para petrificar diversos materiales, un arte que supuestamente materializó en dos esculturas de la capilla.

Se conoce que colocó una tela fina sobre la estatua de mármol de Jesucristo muerto, de Giuseppe Sammartino (1720-1793), y la impregnó con sus sustancias secretas que hicieron que se petrificara, lo que explicaría su aspecto increíblemente realista. Del mismo modo habría petrificado un velo sobre la estatua de una mujer y una red sobre la de un hombre.
La realidad es más sencilla, pero no menos impresionante: esas esculturas forman parte de las obras más destacadas de la historia del arte, de perfecta ejecución pero creadas sin ningún artificio alquímico.

TEMPLO SIMBÓLICO DE LA MASONERÍA
Muchas de las figuras simbólicas, salvo el Cristo velado, están completamente fuera de lugar en una iglesia: estatuas cubiertas con un velo, un hombre que lucha por desasirse de los enredos de una red, un tercero que sale con la armadura puesta de su tumba, listo para el combate con la espada en mano, y finalmente un joven delicado con caderas de mujer que lleva en un pie una sandalia griega y en otro una romana, etc. ¿Qué se puede pensar de todo ello?
En el transcurso de su vida, Raimondo de Sangro se interesó cada vez más por los temas esotéricos. Muy pronto ascendió a gran maestre de la logia masónica de Nápoles y estudió intensamente la cosmovisión de los rosacruces.



En los últimos años de su vida, Raimondo fundó una "logia de los elegidos". Con su capilla perseguía un ambicioso objetivo. Los masones ocultaban su propósito de construir el templo de la humanidad tras extraños símbolos y ritos que tenían sus raíces en la filosofía hermética y en la alquimia de la Edad Media.

El príncipe de Sansevero quería alojar este templo de los masones en su capilla en forma de grandioso conjunto artístico. Originalmente, la estatua del Cristo velado, que hoy en día se encuentra situada justo en el centro de la nave principal, debía instalarse en la cripta.

Las demás estatuas, cuadros y adornos se hallan en el lugar que les corresponde dentro del universo simbólico de los masones. Todas ellas transmiten mensajes esotéricos con alusiones a símbolos alquímicos, herméticos, cabalísticos y masónicos.
Así, por ejemplo, la estatua del joven afeminado con las dos sandalias diferentes representa la figura, tan importante en la alquimia y la filosofía hermética, del andrógino, que solía representarse con medio cuerpo de hombre y medio de mujer. Se trata de un símbolo significativo de la unión de los contrarios con vistas a la iniciación a los grandes secretos.

Las figuras están colocadas de tal manera que reflejan el diagrama del árbol sefirótico de la cábala, con las diez emanaciones de Dios.
De este modo, el príncipe de Sansevero transformó su capilla en un templo iniciático para los adeptos de una doctrina secreta.

ESCULTURAS SIMBÓLICAS
La estatua de la Castidad velada es un monumento a la madre del príncipe Raimondo, Cecilia Gaetani dell'Aquila d'Aragona. Puesto que resultaba inexplicable que el escultor Antonio Corradini (1668-1752) fuera capaz de modelar el mármol con tanta perfección, cundió el rumor de que el príncipe de Sansevero había tendido una tela muy suave sobre la estatua y después la había petrificado mediante un proceso alquímico. Lo mismo se cuenta de la red sutil que rodea la escultura de la Decepción, de Francesco Queirolo (1704-1762). Esta representación simbólica de un hombre que se libera de las ataduras materiales también es fruto de una maestría artística que el príncipe esperaba de los artistas llamados a decorar su espacio simbólico.

LAS "MÁQUINAS ANATÓMICAS"
En la cripta de la capilla se hallan actualmente todavía dos figuras tétricas: esqueletos humanos sin músculos, pero con el entramado de venas y arterias intacto.
Se rumorea que el príncipe había matado a dos sirvientes inyectándoles un agente petrificador en la sangre, y que una vez putrefacto el cuerpo quedaron las dos extrañas figuras.
Sin embargo, estas tenebrosas acusaciones carecen de fundamento. Lo que ocurre es que el príncipe había confiado la construcción de las llamadas "máquinas anatómicas" al médico palermitano Giuseppe Salerno, y por tanto lo que se ve en la cripta no es el resultado de un cruel experimento, sino de otra gran obra artística de primer orden. Las figuras muestran magistrales reconstrucciones del sistema circulatorio humano a base de alambres recubiertos de cera montados sobre un esqueleto, probablemente con ayuda de líquidos y sustancias que Raimondo de Sansevero tenía en su laboratorio.

EL RETORNO DEL PRÍNCIPE
En la vivienda de la periodista Clara Miccinelli, en un palacio napolitano en plena decadencia, el príncipe suele asomarse de nuevo a este mundo para buscar la rehabilitación. Eso al menos es lo que creen algunos de los espiritistas, e incluso científicos como en el caso de Giorgio di Simone, profesor de Arquitectura de la Universidad de Nápoles y uno de los parapsicólogos más conocidos de toda Italia. Al parecer, el príncipe se comunica desde el más allá a través de una médium; las sesiones espiritistas suelen ser bastante espectaculares.
Tan pronto la mujer entra en trance, escupe sangre y emite sonidos guturales en italiano antiguo con saludos a los participantes de la sesión: el príncipe habla por boca de ella. Y acto seguido acostumbra a dedicar mucho tiempo a justificarse.
Dice que no fue un mago maligno, y que más bien consiguió una serie de inventos beneficiosos para la humanidad, entre ellos un remedio contra el cáncer. Giorgio di Simone ha hecho analizar la sangre vomitada por la médium y resultó que era genuina sangre humana. Ahora bien, desafortunadamente el grupo sanguíneo no coincidía con el grupo de la médium.

EL TESORO DEL PRÍNCIPE
Siguiendo las pistas precisas facilitadas por la médium, debajo del parquet se encontró un cofre con numerosos manuscritos auténticos que, según los historiadores consultados, son sin duda de Raimondo de Sansevero. Según dice Clara Miccinelli, se trata del testamento del príncipe: textos manuscritos sobre sus estudios alquímicos, invenciones e ideas, y trabajos de carácter masónico y esotérico. Resulta curioso que el cofre se encontrara nada menos que en la vivienda de Miccinelli: cuentan que este palacete urbano que data del siglo XVIII sirvió en su época al príncipe de Sansevero de refugio donde solía llevar a cabo sus experimentos de magia y alquimia.
Debido a las numerosas incongruencias y notas curiosas, las manifestaciones de la médium napolitana han de ser ubicadas en la zona gris del ocultismo, pero sin duda alguna tienen un interés antropológico como reflejo del colorido mágico de Nápoles.

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