jueves, 11 de septiembre de 2014

Atrayendo el Éxito -Cortesia de R:.H:.Carlos Napoleón Del Carpio Palacios

De Misterios En Misterios
Número 39
Atrayendo el Éxito
(Revista “El Rosacruz” Julio de 1985)
Cortesía: CARNAP



El ser humano promedio comienza una 
búsqueda peculiar desde los primeros
años de su vida. El adolecente queque
empieza a intuir que su personalidad está
desarrollándose, se ve más afectado
quizás por ese deseo interno, que por los
cambios fisiológicos y mentales.
Sería una cosa desafortunada para el
progreso de la civilización si, a través de
una Ley Cósmica, cada uno de nosotros
encontrara de pronto una respuesta a sus plegarias, viera realizados sus deseos,
que su búsqueda quedara concluida. No solo sería el final del impulso que nos
empuja a lograr coas mejores y más grandes, sino también el final de la búsqueda
del conocimiento y la solución de sus misterios de la vida. La civilización que daría
paralizada y empezaríamos a retroceder.
El artista nunca se siente satisfecho de su arte. Muchos de ellos admiten que
nunca esculpen una escultura, pintan un cuadro, jamás cincelan, graban o labran
una obra de su creación con la cual se sientan completamente satisfechos.
Sucede lo mismo con el inventor y con la música, y así sucederá siempre con el
hombre que se dedique a desarrollar una ética cultural en su sistema de negocios,
que trate de perfeccionar su mercadería, sus métodos de ventas y de publicidad, y
de mejorar los servicios que presta a sus clientes.
La persona que se siente completamente satisfecha, que no escucha la crítica que
procede de su voz interior es, por lo general, un fracaso. Si logrado éxito hasta el
presente, el fracaso esta escrito en su futuro. En el momento que se siente que se
encuentra bajo la sombra misma del éxito o que este está a la vuelta de la
esquina, es seguro que se encuentra muy lejos de conseguirlo. El deseo de
alcanzar éxito, poder y talento, ha sido posiblemente el mayor estímulo para que el
hombre progresara verdaderamente y busque la perfección.
Quizás muchas de las estructuras que ahora están en ruinas y son irreconocibles
a través de todo el mundo. Fueron edificadas por hombres que laboraban bajo un 2
látigo, que no tuvieron inspiración ni amor a su trabajo; sin embargo, las cosas que
han perdurado en el mundo, desde la inclinada Torre de Pisa hasta los magníficos
templos de aprendizaje, arte, religión y ciencia, no fueron construidos por
esclavos, sino por amantes del arte en el cual trabajaron.
El fuego interior
Lo mismo sucede en la actualidad. En los tiempos modernos sentimos el mismo
deseo de alcanzar el éxito, de lograr poder personal, de ganar honores, de adquirir
poder nacional e internacional. Tenemos los mismos deseos de que se nos
reconozca, de realizarnos y, algunos, de obtener lujos. Aquellos que han logrado
el éxito, o sea, que lo han atraído, son quienes han trabajado fundamentalmente
controlando en forma completa la vida, bajo el impulso de la inspiración y el
incentivo constante que les da el deseo interior de hacer las cosas cada vez mejor.
No se puede tener éxito en la vida y reducirlo a un elemento, ni tener felicidad y
reducirla a una sola fase de expresión emocional. No se puede tener pesadumbre
y decir que ésta es una regla fija. El éxito de una persona no se mide exactamente
con una vara de un metro de largo, sino es algo completa y exclusivamente
personal. El éxito para uno, tal vez no sea para otro el mismo grado de éxito.
No todo éxito está acompañado de riquezas. Las cosas que no tenemos son a
menudo las que más apetecen, y rara vez entendemos la naturaleza verdadera de
algunas cosas, especialmente de las cosas materiales, hasta después de haberlas
probado.
Hay quienes no buscan fundamentalmente dinero, aun cuando lo que hacen
puede ayudarles a aumentar lo que ya tienen. No es la riqueza lo que les impulsa,
sino el deseo de superación, de alcanzar la meta que se han puesto en su vida,
para avanzar más allá.
Los hombres que están atentos a la señal de un ejército que se aproxima – aun en
tiempos de paz – siempre miran más allá del horizonte, escuchan lo que se les
dice pero, al mismo tiempo, están atentos a algunos sonidos amortiguando, algo
así como pisadas de caballos. Prestan atención a algo, buscan algo que desean
agregar o excluir de su vida. Buscan el éxito en algo.
Podrían preguntar a una mujer como aquella que trabajaba en Paris con el radio
me refiero a Madame Curie: “Después de toda la educación que ha recibido y las
posibilidades – enseñar, ofrece conferencias o sencillamente ver el mundo -
¿quiere decirme que usted disfruta de permanecer sentada aquí? “¿le da esto algo
de comer?”….
Ella contestaría: “No, ni siquiera un mendrugo de pan”. 3
“Entonces, ¿le da ropa nueva?”
“No la que llevo puesta es la única que tengo”
“¿La hace a usted más joven?”
“No he envejecido diez años en los últimos dos”.
“¿Le evitará entonces la muerte?”
“No, la atraerá. Ese tubo contiene radio y está destruyendo las células de mi
cuerpo. Estoy más muerta que viva”.
“¿Qué es lo que la mantiene viva?”
“Mi deseo, mi ambición. Quiero alcanzar el éxito – un éxito que no me dará otra
cosa que el agradecimiento de las multitudes que esperan”.
Ese es el éxito desde el punto de vista de una persona como ella ganadora de un
premio novel de física. Gracias a Dios, han existido miles de ellas que en el
pasado trabajaron arduamente para lograr tal éxito. Estamos cosechando y
disfrutando los frutos de quienes lo alcanzaron en los siglos pasados. El hombre o
la mujer que busca el éxito en forma egoísta, busca algo que nunca se
materializará.
Canales de instrumento
Un deseo justo vivir y laborar con el fin de recibir aquellas recompensas que nos
hará felices y nos permitirán satisfacer las necesidades de la vida y disfrutar sus
bendiciones. Pero debe haber mucho más que eso. Si el deseo se detiene allí,
podrá ser aceptable y loable según el juicio del hombre, pero no será aprobado
por el juicio de la Mente Cósmica.
Los seres humanos fueron creados para ser canales o instrumentos del trabajo
creativo, y mientras no emprendan una trayectoria de esfuerzos en la que puedan
decir conscientemente: “Estoy trabajando con el G:.A:.D:.U:. Como uno de Sus
instrumentos”, no lograrán todo el éxito verdadero que es posible.
No se puede decir cual trabajo es el más importante. No se puede decir quien da
la mejor luz, si la gran lámpara de cuatro o cinco mil watts de la esquina de la calle
o la pequeña luz que refleja el instrumento en la cabeza de un cirujano durante
una operación. El éxito en la vida depende de cual sea nuestra contribución a las
necesidades de la nación o de la comunidad, o de la cómo cumplamos alguna
misión cósmica. El éxito depende de lo que hagamos bien por el bien de los
demás.

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